viernes, 7 de septiembre de 2007

Laura Gemser

Tributo a la diosa negra del cine.
Luz sobre el ébano. Un artículo para descubrir a una mujer que, además de haber compartido plató con Orson Welles y Priscilla Presley, se convirtió en una de las musas del cine erótico de los setenta. Exótica. Bella. Sensual. Y con más de cincuenta películas a sus hermosas espaldas.
Hablamos de Laura Gemser o, lo que es lo mismo, de la Emmanuelle Negra.
Somos pocos, pero es una religión. Adoramos a la Venus oscura, a Laura Gemser, actriz que hizo de Emmanuelle Negra algo más que su alter ego: un mito. Ahora esa leyenda crece, en parte, porque se esconde en algún lugar en el centro de Italia. Esta mujer nacida en Jakarta en 1951, prefiere estar lejos de los focos, de las cámaras y de un pasado que se recuerda sin su presencia.
Pero evocarla es provocar un viaje de la memoria a aquellas películas de "Serie B" italianas que tuvieron en el erotismo su principal baza y cuya estética kitsch sigue cautivándonos treinta años después de su estreno.
No estamos hablando, evidentemente, de un movimiento cinematográfico que socavara las tendencias imperantes del séptimo arte en aquellos lejanos años setenta. Tampoco de interpretaciones que sobrecogieran a salas de cine enteras. Ni mucho menos de actores y actrices que crearan escuela. Pero Laura Gemser era distinta porque poseía un glamour y un magnetismo de los que carecían sus partenaires, que formaban elencos que tampoco pasarán jamás a la historia por sus interpretaciones, pero que sabían aguantar el tipo ante sus encantos.
Un ejemplo de ello lo constituye Karin Shubert, bella germánica que compartió electrizantes escenas lésbicas en el film que abrió la saga, "Emmanuelle Negra" (1975), sin duda, el mejor de la serie. Los años han cubierto de polvo una propuesta basada en la necesidad de potenciar el cine "S" en espera de la plena legalización de las salas "X", cuando en España se podía empezar a degustar con más calma la visión de unos pechos en pantalla. Eso no significa que no se facturasen productos dignos y, en el caso de esta película, fue Adalberto Albertini quien, al ponerse tras las cámaras, supo sacar el mejor partido de la exultante belleza de la joven Gemser.
La prueba de que estamos hablando de una verdadera cult movie la encontramos hace tan sólo unos años, cuando "Emmanuelle Negra" se proyectó en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Por desgracia este visionado sólo sirvió para que un DJ exhibiera sus habilidades mientras las imágenes se sucedían en la pantalla. Una verdadera lástima, pues la banda sonora corrió a cargo de Nico Fidenco, músico italiano cuyo "easy listening" debería reivindicarse, pues sus temas constituyen una verdadera maravilla gracias a un inteligente uso de los instrumentos, en particular, de la percusión.
El guión, y futura base de la saga, cuenta las aventuras de Emmanuelle Richman, una fotógrafa free-lance que viaja por el mundo en busca de imágenes y experiencias sexuales. Un habitual sería Gabrielle Tinti, un actor de poca enjundia que intentaría conquistar a la protagonista de nuestras líneas en más de una ocasión y que, en la vida real, acabaría siendo su marido. Aparecería en once films de la reportera -haciendo de playboy, de antropólogo o de lo que se tercie- y moriría, a la edad de 62 años, el 12 de noviembre de 1991. De hecho la relación con el universo de la escritora Emmanuelle Arsan ya tuvo un precedente en "Emmanuelle 2. La antivirgen" (1975), donde Sylvia Kristel visita una sauna en la que trabajan unas jóvenes señoritas entre las que se encuentra Laura. Llegarían posteriormente las pertinentes secuelas, en las que Joe D'Amato (1936 -1999), quien más tarde se dedicaría sólo al gore y al porno, y cuyo verdadero nombre es Aristide Massaccesi, ahondaría en el sexo dejando al argumento como simple armazón de las cada vez más calenturientas escenas de lecho. Aún así, cada uno de los momentos en los que Gemser ocupa la pantalla están llenos de sus hermosos ojos negros y de un rostro de delicadas facciones y excitantes pómulos. Porque cuando su esbelta figura se mete en una ducha para iniciar un juego sáfico con otra mujer, el espectador asiste a una delicada coreografía en la que cada gesto contribuye a un calculado aumento de sensualidad y excitación.
La serie se prolongaría hasta 1984 cayendo en el agotamiento de la fórmula y alejándose cada vez más de las virtudes del primero de los films. Destacar, únicamente, "Emmanuelle en América" (1976) y "Emmanuelle alrededor del mundo" (1977), como las dos mejores y básicamente gracias a los encantos de la protagonista de estas líneas.
"Mujeres de presidio" (1984) supone el surrealista canto del cisne de Emmanuelle Negra, esta vez trabajando como reportera para Amnistía Internacional en una misión de denuncia de los abusos cometidos en una prisión femenina. Para mostrarnos todo ese mundo de sadismo, en el que no faltan los escarceos lésbicos marca de la casa, la intrépida periodista se hace pasar por prostituta. Aun así, fuera de los films de Emmanuelle, la colaboración Amato-Gemser seguiría en muchos otros proyectos, entre los que se podría destacar "Caligula. La verdadera historia" (1982), mediocre secuela de la biografía erótica del despiadado emperador romano que realizó Tinto Brass y en la que nos encontramos al casi inevitable Gabrielle Tinti. Cuando quiso dejar de aparecer ante las cámaras, la actriz trabajaría como maquilladora en varios films del director. La larga relación profesional entre ambos supuso también una de las últimas apariciones públicas de Gemser, que participó en un extenso documental sobre D'Amato realizado en 1999.
MAS ALLA DEL EROTISMO
Pero el cine erótico no fue el único género que cultivó la actriz. Curioso resulta, en una filmografía más extensa de lo que muchos creen (¡se cuentan más de cincuenta películas!), un papel en un film protagonizado por el japonés Toshiro Mifune y dirigido por Tom Kotani: "The Bushido Blade" (1980), una aventura de marineros y samurais ambientada en el siglo XIX. No sería ésta la única incursión fuera de las sábanas de satén, pues también llama la atención, la participación en "Dos superpolicías", uno de los engendros del dúo Terence Hill-Bud Spencer, lo que demuestra que la comedia tampoco supuso ningún problema para ella, aunque ésta tuviese todos los números para pasar al olvido. Y entrando en el terreno de lo alucinante, apuntar un pequeño papel en "El viaje de los malditos" (1976), dirigida por Stuart Rosenberg y que contaba con uno de esos repartos que muchos realizadores han soñado: Faye Dunaway, James Mason, Malcolm McDowell, Orson Welles y Fernando Rey.
De todas formas, las curiosidades no terminan, ni mucho menos, aquí, porque si dos personas parecen de antemano incompatibles son una actriz de cine erótico y un actor de ideas más bien conservadoras. Ese fue el caso de Michael Landon y Laura Gemser, que se encontraron en "Los evadidos del Mekong" (1982), un telefilm interpretado por el protagonista de "La Casa de la Pradera". En el elenco, sorprendentemente, también aparece Priscilla Presley. La historia cuenta cómo un periodista (Landon) intenta huir de Laos para contar al mundo los crímenes que comenten los comunistas y, en ésas, se enamora de una joven del lugar (Gemser). En esta ocasión, y para esconder al público americano su pasado erótico, la actriz tuvo que refugiarse bajo el seudónimo de Moira Chen. Tamaña estupidez no merece gastar más tinta en comentarios.
En fin, que aunque pase el tiempo, sigue habiendo fans que piensan en Laura Gemser y, por ello, rinden tributo a la diosa negra del cine "S".
Federico Navarro




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