domingo, 12 de agosto de 2007

Hoy el día es para ustedes

Bs As, Argentina - ¿Que es un niño?
Entre la inocencia de la infancia y la dignidad de la madurez encontramos una encantadora criatura llamada niño.
Los niños vienen en diferentes medidas, pesos y colores, pero todos tienen el mismo credo: disfrutar cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día y de protestar ruidosamente (su única arma) cuando el último minuto se termina y los padres los meten a la cama.
A los niños se los encuentra dondequiera: encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo o brincando. Las mamás los adoran, las niñas los detestan, los hermanos mayores los toleran, los adultos los ignoran y el Cielo los protege.
Un niño es la verdad con la cara sucia, la belleza con una cortada en el dedo, la sabiduría con el chicle en el pelo y la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo.
Cuando estás ocupado, un niño es un carnaval de ruido desconsiderado, molesto y entrometido; cuando quieres que dé una buena impresión, su cerebro se vuelve de gelatina o se transforma en una criatura salvaje y sádica orientado a destruir el mundo y a sí mismo.
Un niño es una combinación. Tiene el apetito de un caballo, la digestión de una traga espadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la vergüenza de una violeta, la audacia de una trampa de fierro, el entusiasmo de una chinampina y cuando hace algo tiene cinco dedos en cada mano.
Le encantan los helados, las navajas, las sierras, las navidades, los libros de historietas, el chico de enfrente, el campo, el agua (pero no en la regadera), los animales grandes, papá, los trenes, los sábados por la mañana y los carros de bomberos.
Le desagradan las clases de Doctrina, estar acompañado, los colegios, los libros sin ilustraciones, las clases de música, las corbatas, los peluqueros, las niñas, los abrigos, los adultos y la hora de acostarse.
Nadie más se levanta tan temprano ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede traer en el bolsillo un cortaplumas oxidado, media manzana, un metro de cordel, un saco vacío, dos pastillas de chicle, seis monedas, una honda, un trozo de sustancia desconocida y un auténtico anillo supersónico con un compartimiento secreto.
Un niño es una criatura mágica. Puedes cerrarle la puerta de tu despacho, pero no puedes cerrarle la puerta del corazón. Puedes sacarlo de tu estudio, pero no puedes sacarlo de tu mente. Mejor ríndete; es tu amo, tu carcelero, tu jefe y tu maestro. Pero cuando regresas a casa por las noches con tus sueños y esperanzas hechas trizas, él puede remediarlas y dejarlas como nuevas con dos mágicas palabras: ¡Hola papito!

Carta de un niño a sus padres
No me des todo lo que pido.
A veces sólo pido para ver hasta dónde puedo llegar.
No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes.
Si en vez de órdenes a veces me pidieras cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana.
Si tu me haces sentir mejor que los demás alguien va a sufrir y si me hacer sentir peor que los demás, seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mí mismo.
Si tu haces todo por mí yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí ni me pidas que lo haga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro.
Me haces sentirme mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice.
A veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estás equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti, y así me enseñaras a admitir mis equivocaciones también.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con la que tratas a tus amigos.
Porque seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también.
No me digas que haga una cosa cuando tu no la haces.
Yo aprenderé lo que tu hagas aunque no lo digas.
Pero nunca haré lo que tu digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío no me digas: "no tengo tiempo para bobadas" o "eso no tiene importancia".
Trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme, y dímelo.
A mí me gusta oírtelo decir aunque no creas necesario decírmelo.
Fuente: http://www.me.gov.ar/

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