miércoles, 16 de mayo de 2007

El Soldadito de Plomo - Juguete de los chicos, coleccionable de los grandes

Y allí están, sobre la repisa lustrada o dentro de la vitrina, con el pecho henchido, mostrando a las visitas su coraje y valentía en una batalla imaginaria.
El fascinante mundo de los soldaditos de plomo comienza a dar batalla en la ciudad alemana de Nuremberg, cuando los dueños de la empresa Hilpert y Heinrischen empiezan a fabricar soldaditos de estaño, cuidando de darle a la figura la mayor cantidad de detalles en su postura. Los primeros soldaditos medían unos 25 milímetros.
Fue allá por la mitad del siglo XVII. En un principio eran para divertir a los príncipes, estaban hechos de bronce, oro y plata, hasta que en el siglo XVIII se transformaron en juguetes seriados. Si bien fueron denominados “soldaditos de plomo”, estaban confeccionados con estaño los primeros y no tenían tres dimensiones, sólo dos y de contextura muy pequeña, motivo por el que se los conoce como “soldaditos planos”.
Recién tiempos después en Francia comenzaron a aparecer los soldaditos esta vez tridimensionales y de plomo, más barato que el estaño. Esto no impidió que ya estuvieran consagrados como el juguete preferido de más de uno de nuestros abuelos. Como el plomo tenía poca consistencia y se rompía fácilmente, los franceses consideraron la posibilidad de hacer una aleación con el antimonio. De este modo adquirieron mayor consistencia, respetando la maleabilidad. En cuanto a los soldaditos huecos, que abarataron el costo e impulsaron la difusión de estos juguetes, fueron un invento inglés. Esto explica por qué Alemania, Francia e Inglaterra (en el siglo XlX) son los “padres” de los soldaditos de plomo, aunque luego España, Suecia, Austria y Estados Unidos comenzaron a confeccionar estos juguetes con una alta calidad. Sin embargo, la confección con plomo fue la responsable de su caída en desuso como juguete infantil, a causa de la toxicidad del plomo y la pintura con la que estaban revestidas. Este hobby tiene una particularidad. Además de haber una enorme cantidad de tiendas especializadas donde se puede comprar, se puede comprar el soldadito a medio terminar y pintarlo uno mismo o crearlo con nuestras propias manos en un molde único.
Al principio los moldes eran de piedra de pizarra, más tarde se hicieron de bronce, en la actualidad se emplea una silicona especial que permite a los aficionados reducir su precio y ciertas resinas para hacerlos más livianos. Estos juguetes acompañaron la historia escenificando más de un conflicto bélico entre diferentes países, dejando ser sólo un juguete para pasar a mostrar la realidad. En ocasiones han tomado características de otros personajes de la vida cotidiana como músicos, bomberos, amigos, policías o personajes de películas que aportan al juego una gran creatividad. La historia universal es representada a través de estos juguetes, contando las batallas desde Roma, la Edad Media, y hasta las segundas guerras mundiales. Figuras importantes de la historia pasaron a tener aquí su propio lugar como Napoleón, Hitler, Nixon y Franco. Luego se comenzaron a fabricar otros personajes con plomo como toreros, personajes mitológicos, futbolistas, lo que le confieren a estos juguetes una presencia constante en la actualidad, representando a la figura cotidiana del momento.
Sin embargo, enorme cantidad de colecciones de soldaditos de plomo se encuentran exhibidas en los museos. Colección de un juguete y una historia militar. Los juguetes de siempre ¿Conoce usted el origen de los soldaditos de plomo? Los soldaditos de plomo comenzaron a entrar con fluidez a la Argentina en los principios del siglo veinte y actualmente representan la pasión de un grupo entusiasta que se nuclea en torno al Club del Soldado de Plomo, que existe desde 1973. Las miniaturas están directamente ligadas al mundo bélico, pero además existen figuras que representan desde el pesebre hasta temas eróticos. De todos modos las dedicadas a conflictos armados convocan a la mayoría de los coleccionistas y su auge está relacionado con las guerras. “El primer contacto con esta afición pasa por el placer que provoca poseer aquello que tanto se anheló y que tiene una profunda conexión con los años infantiles, en los que la felicidad era moneda corriente y los conflictos, la angustia y el dolor resultaban complementos ajenos, extraños y lejanos”, explica un coleccionista. La paciencia, la investigación y la perseverancia son elementos esenciales en este hobby.
Fuente: http://www.acoleccionar.com.ar/




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